Todo mundo ama a los bebés gorditos. No puedes evitar pellizcarles las mejillas; hacer cosquillas en su pancita y jugar “este puerquito” con los dedos de sus piecitos.
Su risa es lo más contagioso que existe, e luminan el día de cualquiera.
Mi bebé es flaquito. He tratado de engordarlo pero él no se deja. No quiere beber su leche, y cuando lo hace, lo metaboliza rápidamente.
Nadie pellizca las mejillas de mi bebé flaquito, ni juegan escondidas con él. La gente pasa de lado y actúa como si él no existiera.
A veces siento que él no gana peso a propósito, sólo para quitarme la felicidad de presumirlo. Sé que suena loco, y luego me siento culpable por pensarlo y lloro, porque todo lo que quiero es que él esté sano.
Mi esposo dice que tengo depresión post parto. Pero él está incluso peor que yo. Se encierra en la habitación y nunca se acerca ni a mi ni a l bebé. Me mira extraño, y me preocupa que ya no encuentre mi cuerpo atractivo.
Ayer en el supermercado, alguien llamó a la policía, porque pensaron que estoy matando de hambre a mi bebé. Y yo no dejo de decir a los investigadores que hago todo lo que puedo para engordarlo, pero ellos no me escuchan.
Por eso estoy escribiendo esta declaración para mi abogado. Cuando él me saque de aquí y hagan que me regresen a mi bebé, quiero demandar al departamento de policía por difamación. No sólo se atreven a decir que no merezco al bebé, sino que me llaman “patética” y “terrible”. Lo que me lastima más que llamen cosas a mi bebé. Que le digan “podrido”, o “feto”.