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Un niño de sólo doce años de edad fue detenido por policía que vigilaba las calles de Kirkuk, en Iraq. Lo detuvieron porque el niño caminaba y lloraba, claramente aterrorizado, menos de 24 horas antes que otro niño bomba matara a 50 personas en una boda en Turquía.
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La policía se apresuró a romper el cinturón de suicida que el niño llevaba atado a la cintura, cargado con explosivos de alto poder, ya que se temía que fuera a ser detonado a control remoto.
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El niño se dirigía a la mezquita Shia, donde se iba a hacer explotar junto a los fieles que oraban. Afortunadamente fue detenido y llevado a resguardo. Se desconoce su identidad, pero se cree que fue secuestrado en alguna aldea montañesa, y obligado a llevar a cabo este acto de terror.
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Esta nueva tendencia de los grupos radicales para causar terror, es preocupante, porque denota su total desprecio por la vida humana y el uso de inocentes aumenta una capa más a la creciente avalancha de terror que se extiende por el mundo.